La primera de las operaciones comenzó tras la denuncia por parte de una empresa, que se dedicaba a la recogida de aceites y grasas, a otra del mismo sector, que finalmente resultó ser una empresa falsa.
Esta trama estaba formada por dos individuos, que habían creado una empresa ficticia, utilizando para ello todo tipo de documentación falsa, donde incluían logos de las Administraciones locales y del Gobierno de España, para dar autenticidad a la empresa, y recogían el aceite que estaba almacenado en bidones propiedad de otras empresas. Ambos han sido imputados por los presuntos delitos de estafa y falsedad documental, hurto y contra la propiedad intelectual.
La otra trama descubierta se inició a raíz de la denuncia interpuesta por varios gestores de residuos contra una empresa por supuestas irregularidades en la gestión de residuos de aceite vegetal usado.
En este caso la trama consistía en que trabajadores de una empresa de recogida de aceites sin Autorizaciones para realizar el servicio se hacían pasar por empleados de empresas autorizadas de la provincia y recogían el aceite en garrafas que pertenecían a la firma que decían representar. Para dar autenticidad facilitaban a los clientes justificantes de recogida de residuos, en los que aparecía un número de gestor autorizado por la Consejería de Medio Ambiente.